sábado, 23 de agosto de 2014

Lecciones de Filosofía - 1




(Flashes auditivos de las clases de filosofía dictadas por el profesor Jesús Amorrortu)

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Hay verdades relativas y verdades absolutas. Las verdades relativas son todas esas que alguna gente tiene por verdades. Verdades absolutas son las mías.

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Mi filosofía es una filosofía in-sistencialista en la que no daremos cabida a la duda ni a las cavilaciones sin fundamento muy de moda por estos días.
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Aceptaremos escuchar todas las opiniones, pero para hacernos cambiar de parecer tendrán que venír con argumentos pesados, plúmbeos, evidentes por sí mismos, como que el día es día, y la noche, noche.
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Muchos confunden La Filosofía con un burdel, donde todos dicen lo que quieren al mismo tiempo.
La Filosofía tiene a la Lógica por método. Y a la evidencia como única prueba. Lo demás es charlatanería de barrio.
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Eso sí, les debo confesar queridos alumnos, mi condescendencia para las opiniones distintas solo será válida con los filósofos que son seres humanos, que no son bestias Porque tratándose de esas bestias inhumanas como el Nietzche ese... No sé cómo todavía figura en el programa oficial. ¡Deberían quemarle los libros!

miércoles, 13 de agosto de 2014

Diálogos Preventivos 1- Las Papitas Chips y el Chocolate

Diálogos Preventivos 1

(se trata de las famosas conversaciones que mantenían mi tío Tito con Platón Scripnick, sentados uno sobre una bolsa de arroz doble carolina suelto y el otro sobre la de alpiste, en el almacén “del buen matero” en tardes agobiantes de verano en las que pocos clientes llegaban a interrumpir no sólo la charla sino especialmente la cerveza, apenas fresca, que les observaba desde el suelo a media distancia entre uno y otro. Je je Yo siempre les espiaba desde atrás de una barrica)

--Ahora todo se hace con chips, ha visto?
--Si, todo, pero son muy saladas
--Cualquier día van a hacer hombres con chips
--Se mezcla lo dulce con lo salado, ahora se combinan los opuestos.
-Porque el cerebro nuestro viene a ser como un chip muy grande, me parece...
--He visto servir sandía con salame milán en pedacitos, pero las papitas siempre están ahí.
--Yo creo que el chip ha de tener esos canales que se ven en los sesos de las vacas. Más chicos naturalmente. Los chips son muy chicos.
--Porque son como algo clásico, como el asado, ya casi como el mate.
--Se me ocurre que eso es como un laberinto. Hay que ser muy inteligente para salir de un laberinto...
--Ahora parece que en realidad no son papas fritas sino...
--Alguna relación ha de tener el laberinto con la inteligencia.
--..nabo frito, dicen, cortado en rodajas muy finas...
--Recuerda esa leyenda griega, la del laberinto...?
--Y capaz no más que sean, nadie puede cortar rebanadas de papa tan finas...
--Yo tampoco, pero el personaje escapa del laberinto...
--de repente, los nabos son más fáciles de cortar
--creo que con la ayuda de su novia, no me acuerdo...
--porque el gusto es medio raro para ser papa...
--Parece que ahí está el secreto de la inteligencia. En el laberinto. Por eso ya digo que los chips...
--Y claro! Al ser tan saladas no se le nota mucho el sabor
--deben contener un laberinto microscópico para que por él discurra el pensamiento electrónico que se está cocinando
--Ahora... Que son ricas, son ricas!
--El pensamiento va y viene de una idea a la otra, y da vueltas y vueltas
--Un conocido mio, anda con ganas de ponerse a fabricar chocolate.
--Yo, por ejemplo, camino de un lado para otro cada vez que me pongo a pensar algo difícil.
--Le dije que no iba a conseguir cacao acá en Guichón...
--Lo mismo ha de ocurrir en lo más pequeño, las ideas van y vienen
--Pero dice que va a hacer chocolate con porotos negros.
--Tendrán pequeños lugares para guardar todas las ideas de a una, como en casitas...
–...que después de mucho hervir el poroto se hace un puré que mezclado con leche y algunas hierbas aromáticas, más un poco de azúcar...
--El pensamiento corre por los senderos que van de casita en casita. Junta una idea con otra...
---dice que se deja enfriar y se forma la barra
--También se han de armar polémicas. Porque algunas ideas no se llevan bien con otras
--Y que es riquísimo! Con un sabor muy fácil de confundir con el chocolate verdadero
--La locura ha de ser eso, una pelea...
--De repente es lo mismo. Yo no me acuerdo de haber visto un grano de cacao, pero... no es medio parecido a un poroto?
--Porque las ideas deben dialogar con educación


lunes, 11 de agosto de 2014

Jazmín Paraguayo

El Jazmín Paraguayo.

Nunca pude entender porqué me sentía triste cada vez que veía un jazmín paraguayo. Apenas barruntaba alguna relación de aquello con el borroso recuerdo de un patio de ladrillos gastados, al término del cual el goteo de una vieja canilla acompasaba una melodía cuyas verdaderas notas huían apenas recordadas. Muy cerca de allí, durante años floreció un jazmín paraguayo del cual no lograba recuperar la imagen, el perfume, o cualquier otra característica verdadera. Era más bien un concepto. La certeza de que allí había estado, acompañándome mientras crecía, como una presencia tal vez benigna, en las largas siestas del verano, bajo los paraísos en flor, el silencio de los malvones y el gris murmullo de las gallinas que un poco más al fondo rascaban la tierra seca en busca de lombrices.
¿Y la voz que cantaba aquella melodía...?
Estuve siempre convencido de que se trataba de una melodía verdadera. Una canción, tal vez de moda por aquellos tiempos, o un área de una ópera italiana o aun, tal vez, un simple canturreo improvisado por una mujer. Seguro que una mujer. Cuando por instantes recordaba aquella voz, una oleada de emoción me llenaba el alma. Me sentía de pronto inundado de felicidad y al mismo tiempo de desesperación. Aquello no duraba. No lograba retenerlo. Era como uno de esos hálitos de hermoso perfume, que en la noche, aparecen venidos de la nada y se diluyen antes de que podamos reconocer su naturaleza.
Pero una cosa sí sabía: Esa voz no era de nadie que estuviese cerca. Venía de más allá de aquel patio de ladrillos, desde adentro de la casa o del otro lado del muro que separaba de los vecinos.

Sin embargo nunca encontré que el jazmín paraguayo fuese una planta bella. Ni siquiera sus flores. Tampoco que fuesen feas. Las encontraba dueñas de una fuerte personalidad... Y dueñas de una profunda tristeza